martes, 22 de febrero de 2011

LITERATURA


Poco después de la llegada de los europeos a Nueva Zelanda, la historia y leyendas maoríes de transmisión oral, se completaron con los relatos escritos por los primeros viajeros, como los del capitán James Cook, quien visitó el país en 1769. Durante los cien primeros años de asentamientos europeos (de 1820 a 1920), los textos más importantes eran los correspondientes a periódicos o relatos verídicos que hablaban de la vida de los pioneros, como es el caso de El primer año del asentamiento de Canterbury (1863) del novelista inglés Samuel Butler. Sólo unos pocos colonos fueron capaces de plasmar con propia voz la preocupación general por la tradición cultural británica de la época. Entre ellos destacan los novelistas William Satchell y Jane Mander, y los poetas R.A.K Mason y Blanche Edith Baughan, aunque fue Katherine Mansfield, coetánea a todos ellos, quien ganó la atención de los lectores sobre las peculiaridades de Nueva Zelanda. En su corta vida, consiguió una gran reputación internacional y escribió su obra dentro de la tradición literaria de Nueva Zelanda. Hasta la década de 1970, Mansfield, junto con la escritora de novelas policiacas Ngaio Marsh y la novelista Sylvia Ashton-Warner, destacaron de entre el pequeño elenco de escritores conocidos fuera del país.
La Gran Depresión y la II Guerra Mundial ayudaron a reforzar el creciente sentimiento de identidad nacional, que quedó expresado a partir de 1945 por una nueva generación de escritores poscoloniales. A lo largo de las décadas de 1950 y 1960, la poesía floreció de manos de Allen Curnow y James K. Baxter. Entre los poetas de generaciones anteriores y posteriores, cabe destacar a Kendrick Smithyman, C.K.Stead, Dennis Glover y Vincent O'Sullivan, quien además es dramaturgo y exponente del relato corto actual. Las generaciones surgidas en las décadas de 1970 y 1980 cuentan entre sus miembros con Ian Wedde, Bill Manhire, Leigh Davis, Elizabeth Smither y Heather McPherson como figuras más representativas.


La figura más sobresaliente de la novela de ficción de posguerra fue Frank Sargeson, escritor de relatos cortos y novelista cuya obra perduró durante casi cinco décadas, hasta su muerte en 1982. Su plena dedicación a la escritura y a la búsqueda del lenguaje que expresara la voz de Nueva Zelanda sirvió de inspiración a muchos escritores posteriores. Entre sus protegidos están Maurice Duggan y Janet Frame. 

La primera obra de Frame se publicó en 1952, pero no fue hasta la década de 1980, con la publicación de su autobiografía en tres volúmenes, cuando alcanzó renombre internacional. Otros escritores importantes cuyas obras se publicaron a partir de la década de 1970 son Maurice Gee, Maurice Shadbolt y Keri Hulme.


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