Alrededor del 9% de la mano de obra de Nueva Zelanda está dedicada a la agricultura y el 23% al sector industrial. Las actividades incluidas en el sector servicios ocupan al 68% de los trabajadores, en el que se incluye el sector financiero.
Hasta la década de 1980, el índice de desempleo era relativamente bajo y la población contaba con un alto nivel de vida, apoyado por el extensivo sistema neozelandés del Estado de bienestar y su tradición de proteccionismo industrial y fuerte implantación del sindicalismo. Sin embargo, las reformas económicas introducidas a mediados de la década de 1980, ayudaron a incrementar la tasa de desempleo. Así, en 1991, ascendía al 11%, si bien a finales de 1994 esta cifra había descendido hasta el 7,8%. En 2002, cerca del 5,2% de la población activa, sobre un total de 2,01 millones de habitantes, estaba en situación de desempleo. A principios de la década de 1990 Nueva Zelanda contaba con 80 sindicatos y más de 600.000 afiliados.
En 1991 quedó abolida la militancia sindicalista obligatoria en algunos sectores de la economía, y el sistema de negociación colectiva establecida en todo el territorio nacional, quedó sustituida por la práctica de contratos individuales y acuerdos salariales locales.
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