martes, 22 de febrero de 2011

FLORA Y FAUNA


La vegetación de Nueva Zelanda se caracteriza por la presencia del tanahaka, el tawa, el karaka, los hayedos australes (en la Isla del Sur), el palo de agua, el kauri, el namun kotoku y el kowhai (en el que se aprecia la flor nacional).


Entre los mamíferos terrestres originarios de estas tierras (el resto los introdujo el hombre), sólo sobreviven dos especies de murciélagos. Otros animales propiamente neocelandeses son el tuátara, la rana de cola, aves no voladoras (kivi, takahe y weka), otras que si poseen esa capacidad (paloma de Nueva Zelanda, pato azul, kea y kaka) y el delfín de Héctor.


El aislamiento de Nueva Zelanda de otros continentes y lo tardío de los asentamientos humanos en las islas han favorecido el desarrollo de una flora única en el mundo.
De las 2.000 especies autóctonas, unas 1.500 son exclusivas del país; claros ejemplos de esta flora lo constituyen el kowhai dorado y el pohutukawa rojo.
Antes del último poblamiento europeo a gran escala, la vegetación dominante de Nueva Zelanda era el bosque mixto de hoja perenne, que se daba especialmente en la cálida isla del Norte, además de espesos sotobosques poblados de musgos y helechos. 


La gran excepción la constituye la pradera de la meseta volcánica en la isla del Norte. Hoy, este denso bosque o monte bajo de arbustos sobrevive sólo en las zonas en las que no se permite el paso, en los parques nacionales y reservas naturales.
La costa occidental de la isla del Sur contiene una de las áreas más grandes de bosques mixtos autóctonos, y además aporta la mayor cantidad de madera natural utilizada con fines comerciales, como es el caso del kauri, rimu, kahikatea y totara. 


Las tierras bajas de la isla del Sur son actualmente praderas que se elevan hasta los 1.525 m de altitud. Las falsas hayas autóctonas crecen en las bajas latitudes de los Alpes neozelandeses, mientras que en las zonas altas se da la vegetación alpina.


Desde 1900 se han venido introduciendo gran cantidad de especies de flora exótica, en concreto las coníferas de rápido crecimiento y de gran importancia comercial, como es el caso del abeto de Douglas y el pino de California. 


La incorporación de algunas de estas especies ha causado serios problemas ecológicos; el tojo se ha convertido en una amenaza para la flora autóctona, pues prolifera de forma rápida, tanto por terreno rico como pobre, a expensas de otras especies.
Al contrario de lo que ocurre con la rica flora autóctona, Nueva Zelanda cuenta con pocas especies animales propias.


Cuando tuvo lugar el primer asentamiento maorí, Nueva Zelanda contaba con dos especies de lagartos: el geco y el tuátara —especie residual prehistórica que mantiene un tercer ojo—, varias clases de ranas y dos especies de murciélagos que son considerados los únicos mamíferos autóctonos.
Los primeros asentamientos de colonos de raza blanca encontraron aquí una especie característica de perro y rata negra traída por los maoríes, y que hoy está prácticamente extinguido. 


La fauna actual de Nueva Zelanda engloba el ciervo rojo, conejos comunes, cabras, cerdos, comadrejas, hurones y la zarigüeya australiana; todos descendientes de las primeras especies apuntadas por los colonizadores. Sin la presencia de depredadores —en Nueva Zelanda no hay serpientes—, estos animales se han multiplicado de una forma incontrolada y son los causantes de graves daños del medio ambiente, aunque también han permitido que el país pueda albergar una enorme variedad de aves, entre las que se encuentran veintitrés especies únicas. 


Las variedades autóctonas son aves canoras como el bellbird y el tiu que, aunque incapaces de volar, son las más asociadas a Nueva Zelanda. El avestruz tipo moa, hoy extinguido, constituyó en su día la familia de aves no voladoras más numerosa. 


El kiwi es la más conocida de las especies actuales sin dejar de mencionar el kakapo, el takahe y el weka.
La escasez de hábitat y la caza indiscriminada en el pasado han hecho que la mayoría de las familias autóctonas de animales y muchas especies de aves estén hoy fuertemente protegidas ya que se encuentran en peligro de extinción. El gorrión, el mirlo, el tordo, la alondra, la urraca y la mina se encuentran entre las especies importadas que más se han desarrollado, aunque en Nueva Zelanda también abundan las variedades de aves marinas y aves migratorias.
Muchos de los ríos del país acogen una gran diversidad de pescado para consumo doméstico, como el chanquete, la anguila, la lamprea y crustáceos de río como el cangrejo. La trucha y el salmón son de importación. 


En las aguas oceánicas de los alrededores confluyen corrientes frías y cálidas, lo cual permite que sean ricas en especies marinas. Las corrientes cálidas aportan atún, pez volador y aguja, además de tiburones atraídos por las especies locales como el snapper y el trevally. Por otro lado, las corrientes frías traen bacalao azul, mientras que el hapuku y el tarakihi se localizan a lo largo de toda la costa. Entre los mariscos destacan las ostras, mejillones y toheroas como variedades comestibles.

El kivi es una ave representativa de Nueva Zelanda

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